26 noviembre, 2011

NATURALEZA DEL PROBLEMA: EFECTOS DE LA ACTIVIDAD PESQUERA

La pesca tiene una gran importancia social y económica en los países y contribuye en forma importante a la alimentación de las poblaciones humanas cada vez más crecientes en el mundo. Se estima que 12.5 millones de personas están empleadas en actividades relacionadas con la pesca y se ha estimado en 40,000 millones de dólares anuales el valor de los intercambios internacionales de pescado durante los primeros años del decenio de 1990.
Sin embargo, en la actualidad, una gran proporción de las poblaciones ícticas del mundo son objeto de una intensa explotación y sobreexplotación, o se encuentran agotadas y necesitan medidas urgentes de ordenación para ser recuperadas. 
En el ámbito mundial, las pesquerías enfrentan una crisis generalizada, producto de 45 años de presiones crecientes sobre los ecosistemas marinos y costeros. Aún cuando los gobiernos y la industria han mejorado significativamente el manejo de los recursos pesqueros, la explotación de los stocks ha ido progresando a través de los océanos, cada vez con mayor efectividad, de forma tal que en pocos años alcanzan su máxima productividad y poco después empiezan a declinar.
Según FAO (2001), alrededor del 50 por ciento de los recursos de la pesca marítima de todo el mundo está completamente explotado, el 25 por ciento  está sometido a explotación excesiva y alrededor del restante 25 por ciento podría resistir porcentajes de explotación más elevados. A pesar de la alerta declarada y los esfuerzos realizados, la tendencia hacia el aumento de la pesca excesiva observada a principios de 1970, todavía no se ha invertido.
 La producción mundial de pescado ha aumentado de 19 millones de toneladas en 1950 a 130 millones de toneladas en el 2000, de las cuales 36 millones toneladas proceden de la acuicultura. La mayor parte de la pesca de captura (calculada en unos 85 millones de toneladas) procede de los océanos. Las capturas incidentales y los descartes se calculan aproximadamente en 20 millones de toneladas cada año (FAO 2001). Como vemos, la situación ha cambiado significativamente con respecto a lo que se observaba hace unos 20 ó 30 años, cuando todavía se daba cuenta de una cierta cantidad de recursos vírgenes o subexplotados.

Los daños derivados de la sobrepesca no terminan en las especies objetivo de la actividad pesquera, ni en aquellas capturadas de forma incidental como especies acompañantes de menor valor comercial, peces, aves y mamíferos marinos, sino, que están afectando cada vez más a los ecosistemas marinos de las que estas especies forman parte, y los científicos están alertando sobre el hecho de que ésto tendrá como resultado cambios profundos en nuestros océanos, quizás, inclusive, irreversibles.
La extracción excesiva de grandes cantidades de especies de peces tendrá repercusiones sin duda en la red trófica y afectará por ende a las poblaciones interdependientes, así mismo debemos tener claro, que la distribución y abundancia de los stocks de peces se supeditan también a la dinámica del medio ambiente marino y, en concreto, a las condiciones atmosféricas y la oceanografía física y química, por lo que todo tipo de ordenación también debe incluir en sus modelos de gestión las variables oceanográficas (p.ej.,corrientes marinas, variabilidad climática, eventos El Niño, entre otras). Ya que en los casos que se ha podido establecer una relación directa entre el hundimiento de un stock y la sobreexplotación pesquera, los cambios naturales han sido considerados también responsables (Hutching y Myers 1994; Hilborn y Walters 1992). El caso más característico es el de la anchoveta peruana (Engraulis ringens) y su relación con El Niño, en las que no hay consenso en la importancia relativa de los dos factores, pesca e hidrografía, como causas del hundimiento, pero es aceptado que ambas han sido parcialmente responsables. (Lalli y Parsons 1994).



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