En la naturaleza, y por ende en el medio marino, siempre ha existido un equilibrio ecológico entre las especies, sin embargo, desde mediados de siglo pasado, la intromisión del hombre en el mar, parece haber desestabilizado ese ‘equilibrio ideal’; esta intromisión no se refiere a la pesca responsable, la cual contribuye a que los stocks de peces se renueven y estén en un equilibrio dinámico constante, sino a la sobre pesca desmedida y sin control e ilegal que se aplica a ciertas especies, y que genera un desequilibrio ecológico y sustitución de las mismas, afectando la sostenibilidad y biodiversidad marina.
La sobrepesca contribuye a la degradación del ecosistema marino y de alguna manera afecta también a todos los organismos que dependen de él para su supervivencia, incluyendo al ser humano como ente activo de las interrelaciones marinas, ya que las flotas pesqueras en muchas regiones tienen a menudo una capacidad que excede a los stocks de peces disponibles.
El entendimiento de los ecosistemas actualmente es limitado, teniendo un impacto serio sobre éstos el crecimiento del sector pesquero y otras actividades humanas. La complejidad de los ecosistemas marinos nos obliga a definir un marco ecológico que involucre a las industrias pesqueras responsables. (Sommer 2001)
En el enfoque ecosistémico, debe considerarse dentro de la red trófica al hombre, como ente distorsionador de las relaciones existentes por siglos en el ambiente marino, y conjuntamente con ello, se debe entender la estructura dinámica del ecosistema y las diferentes interrelaciones tróficas que ocurren en él, según su estructura en la red.
En realidad, las pesquerías del mundo están dirigidas tanto a las concentraciones de depredadores como de presas. Para lograr el aprovechamiento más ventajoso de ambas será necesario conocer las interacciones y los efectos en el ecosistema marino. (Sanders 2002)
A continuación mencionaremos algunos casos en donde el grado de dependencia o interrelación trófica entre las especies se ven afectadas, positiva o negativamente por diferentes interacciones debido principalmente a la competencia, a la depredación, a variables oceanográficas, a la sobrepesca, entre las más importantes:
1. En el caso del tiburón, habría que tener en cuenta que, de no ser capturadas 46.355 t (peso corporal) de tiburones (que son depredadores y por ello se ubican en el nivel trófico superior) el consumo de otras especies registraría una cantidad de 3.475 t diarias o 1,3 millones de t anuales (los juveniles de tiburón suelen consumir un 10% de su peso corporal cada día, este porcentaje disminuye hasta un 5% a medida que envejecen). Si la protección de la pesca se extiende únicamente a los tiburones, éstos depredarán 1,3 millones de t de gambas, calamares y sepias al año. Además de competir por su alimento con los depredadores humanos, competirán con otros peces depredadores y también entre ellos mismos, desequilibrando el ecosistema marino. (Vivekanandan 2001)
2. En la India, con la reciente incorporación de tiburones, rayas, gasterópodos y bivalvos al Apéndice I de la Ley de Protección de la Vida Silvestre, se puede injerir un ejemplo de lo que no sería lo más recomendable de hacer, pues solamente estos grupos han sido protegidos de la explotación. Este tipo de medidas, a las que se recurre en nombre de la conservación, parten del supuesto de que la productividad de los stocks depende únicamente de factores a ellos inherentes como son el crecimiento, la mortalidad, la fecundidad, etc. Aunque dicho planteamiento no sea del todo incorrecto, no contempla algo tan importante como la interdependencia de las diferentes poblaciones y de los demás elementos que componen un ecosistema.
3. Recientemente, unas 50.000 aves marinas aparecieron muertas en la costa de las islas Shetland, se cree que la alta producción industrial de pequeños pelágicos de la que es objeto el mar del Norte fue la causa de esta mortandad.
4. En el Perú, la disminución de las poblaciones de aves marinas, a pesar de que no se practica la cacería de éstas, ha sido explicada por la mayor explotación a que han sido sometidos los recursos pelágicos de cardumen, base de su alimentación.
Además de la presión de pesca a que son sometidos estos recursos, las aves marinas, entre las que destacan el guanay (Phalacrocorax bougainvilli), el piquero (Sula variegata), los pelícanos (Pelecanus thagus) también se ven afectadas indirectamente por las variables oceanográficas, pues condiciones adversas en el océano condicionarán la permanencia de la anchoveta y otros pequeños pelágicos que les sirven de alimento. Como lo acontecido en los años 97-98 en que ocurrió un evento extraordinario de El Niño, que según el Instituto del Mar del Perú (IMARPE), originó un registro de cifras bajas de aves marinas, debido a una alta mortalidad, así como, de mamíferos marinos tales como el lobo fino sudamericano (Arctocephalus australis) que registró también cifras bajas con 6.257 individuos en 1998 comparado con los 24.136 registrados en 1996 (año considerado como “normal” - IMARPE 1999). Es obvio entonces que las medidas de ordenación deberán incluir necesariamente a las variables oceanográficas.
5. Los cefalópodos, como la pota (calamar gigante), han tenido en los últimos años en el Pacífico Oriental, un repunte en términos de biomasa disponible y en desembarques, esto podría ser explicado por el incremento de las capturas del tiburón, su principal predador, desequilibrando la relación predador-presa existente por siglos.
6. En el Atlántico Nororiental y Noroccidental, se limita la captura del capelán (Mallotus villosus), a fin de que queden suficientes ejemplares como para alimentar al bacalao (Gadus Morhua), especie de mayor valor comercial. En cambio, en el Atlántico Sudoriental la anchoa y la sardina se siguen explotando intensamente a pesar de que estos peces constituyen un alimento preciado para especies de depredadores de mayor valor comercial, como la merluza y otros demersales, impactando negativamente en el crecimiento y recuperación poblacional de estas especies.
7. Algunos investigadores consideran que se debe tener en cuenta, además de las interacciones entre especies, el beneficio económico en este tipo de enfoque; así tenemos que entre la cigala (Nephrops norvegicus) y el bacalao en el mar de Irlanda (son las dos especies más valiosas) se estima que el bacalao es responsable del 88 por ciento de la depredación total de la cigala, llegándose a la conclusión de que la explotación del bacalao se debía mantener al nivel de máximo rendimiento sostenible, a fin de reducir la depredación de la cigala y obtener un mayor rendimiento económico entre ambas especies.
8. La disminución de especies demersales en el mundo está llegando a una situación preocupante. En el Perú, la merluza (Merluccius gayi peruanus) considerada por el IMARPE en el 2003 como una especie que había llegado a niveles críticos de explotación, se están adoptando medidas para su protección y recuperación (de la manera tradicional, es decir, la de proteger sólo a una especie), orientando el esfuerzo pesquero a otro tipo de pesquería para ‘proteger a la merluza’, como es el caso del bereche con barbo (Ctenosciaena peruviana), considerada por los científicos como alimento natural de la merluza (Mejía et. al. 1971; 1973; Sánchez y Mendoza 1973; Fuentes et. al. 1989); por lo que resultaría contraproducente una medida como la adoptada para hacer que el recurso merluza pueda recuperarse en un futuro.
9. La merluza en la costa del Perú, según Espino y Wosnitza-Mendo (1989), compite por alimento con la anchoveta cuando ambas se encuentran en su estadio larval, y por lo tanto, pueden exponerse a la depredación por parte de las anchovetas adultas; incluso se comprobó de manera indirecta que la biomasa de las anchovetas adultas impactaba negativamente sobre los huevos y larvas de merluza cuando sobreponían sus áreas de distribución. (Sandoval et. al. 1989)
10. La relación entre las ballenas y el krill en el Mar Antártico, es un buen ejemplo de la interacción por predación; en este caso, el agotamiento de las poblaciones de ballenas ocurrido en 1983, provocó una mayor densidad de krill y, en consecuencia, mejores capturas para una pesca potencial de krill. Por otra parte hubieron temores que al ser mayores las capturas de krill disminuya el índice de recuperación de las ballenas, y por último, las capturas que podrían haberse hecho con la reposición de las poblaciones de ballenas. En este ejemplo la interacción entre las pescas de una u otra especie tiene direcciones opuestas – más capturas de ballenas (y poblaciones de ballenas menores) mejorarán la pesca de krill, mientras que al aumentar las capturas de krill se dañan las poblaciones de ballenas y toda pesca de este cetáceo.
11. En general, podría mencionarse que la mayor parte de las situaciones en las que se producen interacciones entre la pesca de dos o más especies no siempre son tan elementales como los casos anteriores. Las interacciones entre especies pueden ser de muy distinta naturaleza y aunque a veces parece que se está efectuando alguna, el mecanismo no puede ser tan evidente. Los huevos o los juveniles muy pequeños de grandes predadores (p.ej., el bacalao) pueden ser vulnerables a los que se alimentan de plancton (p.ej., caballa o arenque, como en el caso de la merluza y la anchoveta adulta), por lo que la relación prevista entre depredador y presa queda inadvertida. Teniendo en cuenta las distintas fases vitales y la posibilidad de que una fase de una especie que se alimenta con otra, o que compita con algunas fases para una alimentación común, el número de interacciones posibles entre dos especies son de gran magnitud.
En tal sentido, resulta fundamental admitir la interdependencia real de todos los elementos que forman un ecosistema, en lugar de actuar como si los stocks fuesen independientes. Si bien los problemas prácticos que plantea este nuevo enfoque son considerablemente complejos, existen mecanismos científicos que podrían posibilitar intervenciones de gestión pesquera orientadas a la conservación de la estructura y función de los ecosistemas marinos, y por ende, a la conservación de los recursos pesqueros.